Nuevas cadénas para una vieja condena.

A veces llevar cadenas viejas, desgastadas por el tiempo nos hace más esclavos y más presos de la realidad no libre que vivimos. Es entonces donde las viejas cadenas, los grilletes desgastados y las esposas comidas por el óxido deben ser cambiadas. ¿Cambiadas? No se trata de dejar nuestra condición y alcanzar la tan ansiada libertad, sino simplemente de engañar a nuestros sentidos y hacernos creer que el encarcelamiento que vivimos ahora es mejor que el anterior.

En mi país, las cadenas son cambiadas vez tras vez, para que pueda prevalecer de tal forma el enclaustramiento que nuestras libertades como ciudadanos sufren. Si resulta triste, molesto y humillante cuando un no nacional perpetra o atenta en contra de nuestro más valioso don como seres humanos cuan mas es que ese regalo inherente a nuestra realidad sea manipulada y maltratada por aquellos que dicen ser compatriotas.

Pablo Neruda lo resumió en su Versainograma a Santo Domingo


Perdonen si les digo unas locuras 
En esta dulce tarde de febrero 
Y si se va mi corazón cantando
 Hacia Santo Domingo, compañeros. 
Vamos a recordar lo que ha pasado allí 
Desde que Don Cristóbal, el marinero 
Puso los pies y descubrió la isla 
Que mejor no la hubiese descubierto 
Porque ha sufrido tanto desde entonces 
Que parece que el diablo y no Jesús Se entendió con Colón en ese aspecto 

Esos conquistadores españoles 
Que llegaron desde España, por supuesto Buscando oro y lo buscaron tanto 
Como si les sirviese de alimento 

Enarbolando a Cristo con su cruz 
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos 
Que los indios vivos se convirtieron pronto 
En dominicanos muertos 

Aunque hace siglos de esta historia amarga 
Por amarga y por vieja se las cuento 
Porque las cosas no se aclaran nunca Con el olvido ni con el silencio. 

Y hay tanta inquietud sin comentario 
En la América hirsuta que me dieron 
Que si hasta los poetas nos callamos 
No hablan los otros porque tienen miedo. 

Ya se sabe en un día declaramos 
La independencia azul de nuestros pueblos. 
Una por una,
América Latina
Se desgranó como un racimo negro 
De nacionalidades diminutas 
Con mucha flecha y con poco dinero. 

Andamos con orgullo y sin zapatos 
Y nos creemos todos caballeros. 
Cuando tuvimos pantalones largos 
Co escogimos pésimos gobiernos: (rivalizamos mucho en este asunto, 
Santo Domingo se sacó los premios). 

En esta variedad un tanto triste 
Tuvieron a Trujillo sempiterno 
Que gracias a un balazo se enfermó 
Después de cuarenta años de gobierno. 

Podríamos decir de este Trujillo (a juzgar por las cosas que sabemos) 
Que fue el hombre más malo de este mundo 
Si no existiera Jhonson, por supuesto. 
Sabremos quien ha sido más malvado 
Cuando los dos estén en el infierno. 
Cuando murió Trujillo respiró 
Aquella patria de tormentos 
Y en una escalofrío de esperanzas 
Subió la luna sobre el sufrimiento. 
Corre por los caminos la noticia: 
Santo Domingo sale del infierno 
Por fin elige un presidente puro: 
Juan Bosch que regresa del destierro 
Pero no les conviene un hombre honrado 
Ni a los gorilas ni a los usureros. 

Decretaron un golpe en Nueva York: 
Le echan abajo con cualquier pretexto. 
Lo destierran con su constitución, 
Instalan a cualquier sepulturero 
En el tronco del mando y del castigo. 

Y los verdugos vuelven a sus puestos 
"La democracia representativa ha sido restaurada en este pueblo" 
Dijo El Mercurio en su "editorial" 
Escrito en la Embajada que sabemos. 

Pero esta vez las cosas no marcharon, 
Y de modo interesado aunque severo 
A norteamericanos y gorilas 
Le salieron los tornillos en el queso, 
Y con voz de fusibles en la calle 
Salió a cantar el corazón del pueblo. 
Santo Domingo con su pueblo armado 
Sonó la inspiración de los violentos: 
Tomó ciudades, campos y en el puente, 
Con el pecho desnudo y descubierto, 
Aplastó tanques, desafió cañones. 

Y corría impetuoso como el viento 
Hacia la libertad y la victoria 
Cuando el texano Jhonson, el funesto 
Con la sangre de muchos en las manos, 
Hizo desembarcar los marineros. 

Cuarenta y cinco mil hijos de perra, 
Bajaron con sus armas y sus cuentos, 
Con ametralladoras y cuchillos 
Con objetivos claros y concretos: 
"Poner en libertad a los ladrones, 
Y a los demás hay que meterlos presos". 

Y allí están disparando cada día 
Contra dominicanos indefensos 
Como en Vietnam el asesino es fuerte, 
Pero a la larga vencerán los pueblos. 

La moraleja de este cuento amargo 
Se las voy a decir en un momento (no se lo vayan a contar a nadie: 
Soy pacifista por fuera y por dentro) 

Ahí va: 
Me gusta en Nueva York el yanqui vivo 
Y sus lindas muchachas, por supuesto, 
Pero en Santo Domingo y en Vietnam 
Prefiero norteamericanos muertos. 

Este poema fue escrito por Neruda en honor a los Dominicanos a raíz de la ocupación norteamericana del 1965.

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